¿Qué dice realmente la Biblia sobre la homosexualidad?
La respuesta tradicional es inmediata porque sólo se basa en la interpretación "literal" de tan sólo cinco o seis textos bíblicos. Sin embargo las iglesias evangélicas conservadoras no suelen utilizar la lectura literal como método de interpretación, claro que salvo algunas excepciones, como irónicamente ocurre con el tema de la homosexualidad.
Desde hace algunas décadas se ha venido produciendo una relectura muy seria y fundamentada en torno a los aspectos bíblicos de las relaciones entre personas del mismo sexo. Claro que tal lectura no es tan inmediata como la lectura "literal". Requiere indagar en los textos, sus autores, el lenguaje utilizado, los contextos históricos y socio-culturales en que fueron escritos y sus destinatarios.
El siguiente artículo es sólo una introducción, pero tiene como mérito haber sido publicado por la revista VIDA ABUNDANTE de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata hace un par de años:
Por otro lado, la
Biblia se ha usado a lo largo de la
historia para justificar muchas formas de injusticia, incluidas la esclavitud,
la discriminación racial y religiosa, la exterminación de indígenas, la
subordinación de las mujeres, y mas recientemente la exclusión de gays y lesbianas y el apartheid.
Dado el uso que se
hace de las Escrituras para condenar la homosexualidad, cabría suponer que las
mismas tienen mucho para decir al respecto, pero nada mas lejos de la realidad
que eso, ya que solo contamos con un puñado de unos cinco textos
no muy fáciles de interpretar en su alcance y aplicación inmediata. Solo
dos en el Antiguo testamento y tres en
el Nuevo Testamento, estos últimos en
las epístolas de Pablo y nada en los evangelios.
En las últimas décadas
todos esos textos han venido experimentando
un serio y profundo re-examen que nos
han permitido comprender que lo que la Biblia rechaza son todas aquellas conductas sexuales de abuso, violencia, opresión, explotación,
etc. pero no específicamente las relaciones de amor y compromiso entre
personas del mismo sexo. Dicho de
otro modo la Biblia condena ciertas
conductas sexuales que hacen daño al
prójimo y que no promueven el bien común
de la pareja, lo cual es válido también
para los heterosexuales.
La clave está en la
forma en que se leen esos textos. La
forma apropiada de interpretación es aquella que en primer lugar los lleva a su contexto histórico, social
y cultural original para tratar de decidir un significado luego de
un cuidadoso y profundo análisis de los mismos, es decir tratando de
comprender el texto en su situación original para luego aplicar su significado
a la realidad presente.
De los dos textos del
Antiguo Testamento, el que más daño ha causado a las personas homosexuales a lo largo de la
historia ha sido la interpretación
equívoca de la destrucción de las ciudades de Sodoma y Gomorra en la narrativa
de Génesis capítulo 19 donde el pecado no
es la homosexualidad sino el abuso y la violencia sexual de los sodomitas como
una forma aberrante de expresar su inhospitalidad hacia los extranjeros. Esta historia justificó la persecución,
tortura y muerte de miles de homosexuales en nombre de la religión
cristiana desde el siglo X hasta el XIX
de nuestra era. Dos de los textos del
Nuevo Testamento, 1Corintios 6:9 y 1Timoteo 1:10, muy usados para declarar que los homosexuales
no entrarán en el Reino de Dios, son otro buen ejemplo de interpretación
deficiente pues lo que traducen allí la mayoría de nuestras Biblias no coincide con lo que se lee en el texto griego original.
Si bien el alcance y
extensión de este artículo nos impide profundizar en cada uno de esos textos, resultará muy importante destacar que todos
ellos fueron profundamente influenciados
por fuertes presuposiciones culturales especialmente de jerarquía social y de
género que más tarde fomentaron la
interpretación homofóbica que ha perdurado hasta nuestros días. Una de
esas presuposiciones, quizá la más importante de todas es la antigua concepción de superioridad de género del varón con respecto a la mujer y del que
penetra en una relación sexual respecto
de la persona penetrada. Notablemente para la mayoría de las culturas
la relación de un varón con otro varón no constituía un problema mientras uno de ellos no ocupara el
rol de la mujer (es decir de ser penetrado) o mientras no existiera
afeminamiento (inferiorización-degradación) del varón. Abundante literatura
proveniente de diferentes épocas pone de manifiesto la poderosa fuerza de las
presuposiciones de género en el rechazo de la homosexualidad las cuales persisten aún en la actualidad, algo que también se hace evidente en el otro texto
del Antiguo Testamento(Levítico 18:22) donde la redacción literal –bastante oscura del hebreo- versa: “con un varón no te acostarás los acostamientos de las mujeres”
En consecuencia,
transferir las prohibiciones de Levítico 18:22 y de otros textos al día de hoy
implicaría la aceptación de esas y otras presuposiciones que en la actualidad
son consideradas anacrónicas e inadmisibles.
La principal barrera
respecto de lo que dice o no dice la Biblia sobre la homosexualidad la
constituyen los prejuicios, los tabúes y la ignorancia, mientras que la respuesta contra ello se hallará siempre en la “información”.
Citando las palabras
de John McNeill, ex sacerdote Jesuita, psicoterapeuta y autor
de libro La Iglesia Frente a la Homosexualidad, “el mayor desafío
para los cristianos en el día de hoy, no consiste en como compatibilizar la
homosexualidad con ciertos pasajes de la Biblia que parecieran condenarla, sino
más bien en como reconciliar el rechazo, los prejuicios y la crueldad de la
Iglesia hacia los gays y lesbianas con el amor incondicional de nuestro Señor
Jesucristo”.